Aunque el popular ‘Impresiones’ es el que universalizó a la bodega, en Los Palomares se hacen otros grandes vinos desde la profesión de fe en el Prieto Picudo. En el otro extremo de la gama hay un crianza muy solvente..
Publicado en El Diario de León
RAFAEL BLANCO
05/02/2016
Saben muy bien en Hijos de Nicolás Rey —esa es la razón social de la bodega; la referencia popular fue, es y seguirá siendo Los Palomares— que vender tintos de Prieto Picudo es, hoy por hoy, remar contra corriente, porque falta no sólo el reconocimiento, sino sobre todo el conocimiento del mercado y voluntad de adquirirlo y difundirlo desde que el vino sale de la bodega. Pero Jesús, Roberto y Ángel.
—los tres hermanos que se reparten las tareas en la bodega que fundó su padre en 1965 y de la que, a sus 82 años, todavía es faro y vigía— no van a rendirse en el intento. Todo lo contrario: el crianza 2013 que está en el mercado no sólo aparece con mayor empaque visual, sino sobre todo con un notable incremento de la producción para reforzar su tentativa de abrir hueco para situarlo y consolidarlo en el sector de la restauración. Con doce años de experiencia en la elaboración y después de una considerable inversión en medios técnicos —buena selección de barrica de roble francés y americano, sobre todo—, el crianza ha alcanzado la serena madurez que dan la paciencia y la constancia y la fortaleza que garantiza la variedad.
Hay otro tinto en la bodega, un joven, y un rosado que tiene un prestigio comercial bien ganado, ambos de Prieto Picudo, y además hay un blanco seco de Verdejo, todos ellos acogidos a la referencia 3 Palomares. Pero los planes de la bodega, que cuenta con 60 hectáreas de viñedo propio y que mueve un gran volumen de producción de la variedad blanca para la elaboración del semidulce Impresiones, es dar también el salto hacia la variedad autóctona Albarín. De hecho, en marzo prevé sacar al mercado un 3 Palomares elaborado con uva de la variedad para avanzar en la experiencia de su vinificación bajo la idea de afrontar la plantación de varas de esa casta en siete hectáreas de terreno ya preparadas para ello. Plantarán también otras diez de Verdejo para atender las necesidades futuras del imparable crecimiento de la producción del semidulce que prácticamente monopoliza ese nuevo mercado.
Si el Albarín será la novedad del año en un extremo de la gama, por otro, con más tiempo de espera, lo será el tinto reserva de Prieto Picudo de la vendimia 2014 que madura en barrica. Lo que también madura en la mente de los autores es la ampliación de la bodega con una nave subterránea en la parte posterior y comunicada con las dos cuevas tradicionales dispuestas en paralelo y en forma de U. Porque hay que crecer, pero sin renunciar a la esencia.