Solemos recordar con distancia en estas fechas a la cepa. Nos parecen más majestuosas en pleno verano adornadas de brillantes racimos de verdejo, o de prieto picudo y no solemos imaginarlas tan desnudas en invierno. Pero para ellas, el invierno es ese espacio de tiempo en el que son libres y quieren deshacerse de ataduras y por eso, la poda es ahora la tarea más importante.
El control de la formación de la cepa y el control de la producción, la búsqueda de equilibrio entre ambas fases, está íntimamente relacionado con la poda y por eso convierte cada jornada de trabajo estos días, en auténticas clases sobre los efectos de una insolación, las consecuencias de incorrecta aireación o incluso sobre algunas de las enfermedades más comunes de la vid.
La poda es una oportunidad para acariciar de nuevo cada sarmiento o sentir las yemas de cada viña peor sobre todo es un regalo para las manos del viticultor. Un agradecido trabajo que cada añada se refleja en nuestros vinos porque, en 3 Palomares cultivamos sabor al tiempo.